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La MANDRÁGORA



     MANDRÁGORA: LA MANZANA DE SATÁN
                                                           
Manzana de Satán, Planta de Cícer o Mandrágora. Sin duda la especie vegetal que más influencia ha ejercido sobre los mitos europeos del medioevo y una de las que más carga legendaria posee. Era elemento indispensable de muchos untos y brebajes de brujas y hechiceras que desde tiempos inmemoriales supieron sacar partido de la escopolamina y la atropina, los alcaloides más abundantes en la planta. Estuvo siempre vinculada con la magia y posee un aura de misterio que generó durante siglos innumerables leyendas y tradiciones. A ello contribuyó sin duda, además de sus propiedades alucinógenas, la presunta forma humana de su raíz - con brazos, piernas, tronco y cabeza humanos- a la que se otorgaban propiedades sobrenaturales. Cosechar su raíz era un auténtico ritual pues se creía que al arrancarla de la tierra la plante emitía un chillido que hacía morir o enloquecer al que lo oyese. Por ello, después de cavar la tierra alrededor de la raiz, se encomendaba la labor de tirar de ella a una perra negra a la que se ataba a la base de la planta. Mientras se le fustigaba al animal con una vara para que tirase, otra persona hacía sonar un cuerno para evitar escuchar el chillido de la mandrágora. Otra tradición aseguraba que una raíz de mandrágora en una cajita de madera, a la que periódicamente se suministrase agua y alimento, garantizaba la buena fortuna del hogar en el que se encontrase. En la Edad Media estas raíces llegaron a convertirse en un artículo bastante demandado que alcanzaron altos precios, dándose lugar a falsificaciones con raíces de otras plantas.

                    Raíces antropomorfas de Mandrágora
Además de por sus connotaciones mágicas, desde tiempos de Plinio se utilizó por sus propiedades medicinales, considerándola un supuesto remedio para la impotencia, además de como analgésico (por sus propiedades narcóticas y soporíferas), como antiinfeccioso y como hemético. En su Herbarium, Apuleius prescribe "para la idiotez, que es enfermedad del diablo o posesión demoníaca, tomar del cuerpo de la planta llamada mandrágora el peso de tres peniques, administrarla para beber en agua caliente... el enfermo pronto se curará."
Pero cualquier atisbo de normalidad en la relación entre los usos humanos y la mandrágora se esfumó cuando comenzó a intensificarse la persecución de la herejía por parte de la Iglesia Católica, en concreto de la Santa inquisición. Las plantas mágicas, entre las que ocupaba un lugar predominante la mandrágora, eran uno de los elementos inherentes a los usos brujeriles, por lo que según el dogma, su uso era sinónimo de vinculación con las prácticas heréticas y había de ser combatido y perseguido. Ello no hizo sino acrecentar la leyenda de la planta, pasando de ser considerada benigna y medicinal a maligna y diabólica. Numerosos Autos de Fe juzgaron a personas acusadas de utilizar mandrágora, lo que servía como prueba ineludible de mantener tratos con el diablo o de llevar a cabo prácticas de brujería. En uno de los mas famosos, el celebrado contra cuarenta supuestas brujas de la localidad navarra de Zugarramurdi - de las cuales doce perecieron en la hoguera-, se acusó a dos de ellas por poseer la receta de una maceración alcohólica de hierbas entre cuyos ingredientes se encontraba la mandrágora. El que las dos jóvenes formasen pareja y viviesen bajo el mismo techo es un detalle en el que se intuye que el objetivo de la Santa Inquisición no eran sólo las brujas, sino los que con sus hechos o con su modo de vida, plantasen cara al orden establecido. La receta en cuestión era la copia de un documento elaborado por el alquimista Paracelso y que, como tantas otras cosas, estuvo a punto de desaparecer en las purificadoras llamas de la Inquisición, aunque milagrosamente se salvó y ha llegado a nuestros días. No se puede decir que corriera la misma suerte la ingente cantidad de información sobre farmacopea clásica y bajomedieval que en forma de tradición oral atesoraban las curanderas y que durante aquellas épocas de persecución desapareció para siempre.
             
                           Mandrágora en plena floración otoñal


Ajenas a nuestros avatares históricos, a nuestras supersticiones y a nuestras persecuciones religiosas, las plantas de Mandrágora (Mandragora autumnalis), esperan como cada año en las riberas frescas en las que habitan a que pase el verano. En poco tiempo, una vez caigan las primeras lluvias otoñales y las temperaturas bajen, de las antropomorfas raíces mágicas que pasaron aletargadas todo el estío, emergerán unas brillantes hojas seguidas de flores violáceas. Estas a su vez darán lugar a unas bayas anaranjadas que fueron las que dieron el nombre de Manzana de Satán a la planta mágica de las brujas.
               
                        Bayas de la Mandrágora.

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